CARAVASAR, 13 de octubre 2006
El recurso “Rashomon”
Uno de los recursos estructurales característicos de la narrativa contemporánea es el relato de un mismo hecho o un conjunto de ellos, desde múltiples puntos de vista.
Aparentemente, el origen de tal recurso se encuentra en dos novelas policíacas debidas al escritor inglés William Wilkie Collins quien, en 1860 y 1868, publicó dos obras cuyos personajes ofrecen sus particulares versiones de las mismas historias.
Tales novelas fueron tituladas, respectivamente, La Dama de Blanco y La Piedra Lunar.
Sin embargo, no fue de ninguna de estas dos obras de Wilkie Collins de donde el recurso en cuestión tomó su nombre, sino de un cuento japonés, publicado en 1915, cuyo título era “Rashomon”.
Aparentemente, el origen de tal recurso se encuentra en dos novelas policíacas debidas al escritor inglés William Wilkie Collins quien, en 1860 y 1868, publicó dos obras cuyos personajes ofrecen sus particulares versiones de las mismas historias.
Tales novelas fueron tituladas, respectivamente, La Dama de Blanco y La Piedra Lunar.
Sin embargo, no fue de ninguna de estas dos obras de Wilkie Collins de donde el recurso en cuestión tomó su nombre, sino de un cuento japonés, publicado en 1915, cuyo título era “Rashomon”.
Éxito cinematográfico, no literario
En realidad, “Rashomon” se hizo célebre, no a partir de su publicación en la segunda década del siglo XX, sino en 1950, gracias a la versión fílmica que de él hiciera el cineasta japonés Akira Kurosawa.
La película de Kurosawa obtuvo ese año el Premio del Festival Cinematográfico de Venecia y, al tiempo que dio a conocer al público occidental al actor Toshiro Mifune, reveló la existencia de un escritor japonés llamado Ryonosuke Akutagawa (en la imagen con forma de estampilla), autor del cuento original de “Rashomon”.
En este relato, se presentan varias versiones de un crimen, contadas por sus protagonistas: el asesino, el esposo de la víctima, algunos testigos y la víctima misma, quien comunica la suya a través de una medium.
Dos de las grandes obras de la literatura universal en el siglo XX fueron estructuradas a la manera de “Rashomon”: se trata de El Sonido y la Furia, del escritor estadounidense William Faulkner, y El Cuarteto de Alejandría, un conjunto de cuatro novelas del poeta y novelista inglés Lawrence Durrell, tituladas Justine, Baltasar, Mountolive y Clea.
Ahora bien, ni Wilkie Collins, ni Akutagawa, ni Faulkner, ni Durrell lo advirtieron pero, mil ochocientos años antes y sin que sus cuatro autores se lo propusieran, fue escrito el primer texto narrativo cuya trama se relata desde diferentes puntos de vista.
Protagonista: Jesús de Nazareth
Se trata, por supuesto, de los cuatro Evangelios, los libros en los cuales se ofrece igual número de versiones de la vida y obra del mismo personaje histórico: Jesús de Nazareth.
A diferencia de los libros contemporáneos que emplean el recurso “Rashomon”, los Evangelios no son obras de ficción -aunque tienen mucho de ella-, sino cuatro pequeñas biografías no exhaustivas sobre Jesús, a través de las cuales se pretende establecer su doble condición de Mesías y de Hijo de Dios.
Los cuatro fueron escritos en el primer siglo de la era cristiana y tienen entre sí algunas diferencias.
El primer Evangelio se debe a Mateo y fue elaborado en una fecha indeterminada, anterior al año 55 de nuestra era, entre cuya fecha y el año 61 fue escrito el de Marcos.
El de Lucas fue hecho un año antes, en el 60, y el de Juan en la última década de la primera centuria.
A partir de esos cuatro relatos, fue construida la imagen oficial de quien ha sido desde entonces, la figura histórica más importante de los últimos dos mil años.
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Y ya que me puse bíblico, he aquí un breve texto que figura en mi libro de humorismo Vine. Vi. Reí:
No lea La Biblia al azar
Quienes mejor conocen La Biblia se eximen de recomendar su lectura abriendo páginas al azar, debido a que no siempre los mensajes e informaciones que se obtienen son los más apropiados.
En lugar de eso, recomiendan el estudio inteligente y constante del “Libro de los Libros”, como el mejor modo de aprovecharlo.
Como ejemplo negativo de lo que puede resultar cuando se lee La Biblia abriendo páginas al azar se cuenta el caso de un hombre que estaba muy deprimido y, siguiendo el consejo de un amigo, se puso a buscar un mensaje revelador.
La primera vez que abrió La Biblia, colocó su dedo sobre la frase “Y Judas fue y se ahorcó”, del Evangelio de San Mateo (Mateo,27,5).
A continuación repitió la operación y la frase que apareció fue: “Id y haced lo mismo”, que figura en uno de los Salmos, no sé específicamente cuál.
Por tercera vez, el atribulado hombre abrió La Biblia al azar y su dedo índice se posó sobre una frase del Evangelio de San Juan: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”. (Juan 13, 28).
En lugar de eso, recomiendan el estudio inteligente y constante del “Libro de los Libros”, como el mejor modo de aprovecharlo.
Como ejemplo negativo de lo que puede resultar cuando se lee La Biblia abriendo páginas al azar se cuenta el caso de un hombre que estaba muy deprimido y, siguiendo el consejo de un amigo, se puso a buscar un mensaje revelador.
La primera vez que abrió La Biblia, colocó su dedo sobre la frase “Y Judas fue y se ahorcó”, del Evangelio de San Mateo (Mateo,27,5).
A continuación repitió la operación y la frase que apareció fue: “Id y haced lo mismo”, que figura en uno de los Salmos, no sé específicamente cuál.
Por tercera vez, el atribulado hombre abrió La Biblia al azar y su dedo índice se posó sobre una frase del Evangelio de San Juan: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”. (Juan 13, 28).
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1 Comments:
Je, qué texto tan bueno!
Armando, sería una maravilla si publicas cosas sobre literatura policial.
Saludos
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